Epidor, una cosecha fragante en los campos dorados de trigo de hace un siglo
Inspirada en la bucólica imagen de una tarde de otoño en los campos de trigo en Francia, donde los jóvenes campesinos descansaban agotados tras un duro día de cosecha y soñaban con las celebraciones de la noche y, con suerte, romances, Epidor es algo más que una fragancia. Es un canto a esa época de siega que se festejaba en la campiña francesa hace un siglo.
El trigo maduro se mecía ayer al son de la brisa estival. Ahora los haces rubios se sacuden en el aire y los sacos de yute se llenan de granos dorados. A la sombra de las arboledas, mientras descansan sus hoces, las chicas beben del manantial. Esta noche, con los chicos, para festejar el fin de la cosecha, bailarán durante la noche tibia. El buhonero pasó ayer: sobre la piel de las jóvenes, el azahar se funde con la violeta y el jazmín. Los blusones de tela recia exhalan un olor almizclado. El aire se impregna de heno cortado y tartas de frangipán. En el crepúsculo, las coquetas, soñadoras, cierran los párpados un instante.

Epidor, la nueva fragancia de Lubin, ha sido concebida por el perfumista de la maison Thomas Fontaine como una alusión olfativa y bucólica de la época de siega que se celebraba en nuestros campos hace un siglo. Para los campesinos de antaño se trataba de la temporada más importante; un periodo alegre y soleado, y una de las escasas ocasiones en las que los jóvenes podían reunirse y forjar relaciones amorosas.


Para recordar esta atmósfera, Epidor incorpora una generosa cantidad de haba tonka que, a su vez, desprende notas de vainilla, heno segado y almendra. El almizcle permanece muy presente a la cabeza, que desarrolla en un corazón de azahar un suave acorde floral de jazmín y violeta.
El fondo, muy rico en haba tonka (cumarina), presenta matices de heno segado, alhelí y vainilla, que garantizan una estela delicada y duradera.
En su frasco encontramos espigas de trigo que, desde la antigüedad, simbolizan la riqueza y la fertilidad.